Comer, un placer que reside en el cerebro y no en el paladar

Comer es para muchas personas uno de los grandes placeres de la vida. Un placer que cada vez con más frecuencia es disfrutado con los cinco sentidos. Por lo tanto, comer ha pasado de ser una necesidad fisiológica, a convertirse en algo que le encanta a la mayoría y que constituye un placer difícil de describir en multitud de ocasiones. Además, como indican desde A fuego Grill Restaurant “el acto de comer no consiste solo en ingerir alimentos sino que está muy influenciado por todo lo que rodea al acto en sí mismo”.

Esto es lo que el psicólogo Charles Spence de la Universidad de Oxford ha llamado, más que acertadamente, gastrofísica, y que surge de la combinación de dos palabras:

  • Gastronomía: arte de escoger, cocinar y consumir alimentos sabrosos.
  • Psicofísica: rama de la psicología que se ocupa de estudiar la relación entre los estímulos físicos y los juicios que cada individuo hace de ellos.

Por lo tanto, para Spence, el acto de comer está fuertemente ligado a los diferentes estímulos que percibimos y constituye una experiencia multisensorial, en la que los placeres de la comida residen en el cerebro y no en la boca como la mayoría podría creer.

“Los grandes restaurantes y los mejores chefs del mundo tienen muy en cuenta los detalles que definen la gastrófisica, aunque no le llamen de este modo. Todos ellos se preocupan además de la correcta elección y preparación de los alimentos de su modo de presentación” señalan desde A fuego Grill Restaurant.

Por lo tanto, existen multitud de factores que pueden cambiar la percepción que cualquier persona tiene de la comida, como es el caso de la iluminación o la música del lugar en el que se degustará dicha comida. Pero no se debe olvidar que el placer de la comida, más que en el paladar, reside en el cerebro.

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