Naciones Unidas alerta de que más de 350.000 niños estarán en peligro de muerte por desnutrición este verano

– Oxfam y Save the Children piden un aumento urgente de la ayuda para el Cuerno de África, el Sahel y otras regiones

MADRID, 18 (SERVIMEDIA)

Más de 350.000 niños menores de 5 años pueden morir por desnutrición «este mismo verano» y unos 5,5 millones caerán en esta situación por falta de alimentos a finales de año, según Naciones Unidas.

Así lo indicaron este miércoles Oxfam Intermón y Save the Children, que hoy presentaron el informe ‘Dangerous Delay 2: the cost on inaction’ ‘(Un retraso peligroso: el precio de la inacción’), elaborado en colaboración con el Jameel Observatory.

Según el director general de Save the Children, Andrés Conde, la desnutrición severa es la causa subyacente de la mitad de las muertes de niños menores de cinco años que se producen en el mundo».

«Aunque el niño fallezca por neumonía, diarrea o una infección, lo que hay de fondo es una falta tan grave de defensas que le impide hacer frente a las enfermedades», explicó. «Estamos hablando de la vida de una generación entera, sobre todo en África subsahariana», insistió Conde.

A ello hay que sumar «el retraso cognitivo», prosiguió, ya que «una ausencia continuada de nutrientes suficientes afecta al desarrollo del cerebro» y perjudica la capacidad de los futuros adultos de aprender.

La investigación presentada hoy analiza los cambios producidos en el sistema de acción humanitaria desde 2011 y concluye que, a pesar de la mejora en la respuesta a la sequía que afectó a África Oriental en 2017 y que evitó una hambruna generalizada, las respuestas nacionales e internacionales «siguen siendo demasiado lentas y limitadas para evitar nuevas catástrofes».

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En 2011, la hambruna se cobró la vida de 260.000 personas en Somalia, la mitad de ellas, niños menores de 5 años. «Ahora hablamos del triple», subrayó Conde.

Agregó que en el Cuerno de África, una persona muere cada 48 segundos por culpa del hambre, y destacó que en Kenia hay 3,5 millones de habitantes al borde de dicha situación.

FALTA DE FONDOS

Pese a todo esto, de los 4 400 millones de dólares solicitados por Naciones Unidas para Etiopía, Kenia y Somalia, solo se han comprometido 93,5 millones (el 2% de lo que se necesita). Así lo expuso el director general de Oxfam Intermón, Franc Cortada, que pidió un aumento urgente de los fondos destinados a estos países.

De hecho, señaló que España solo ha destinado 23 millones de euros a esta región (el 1% de su Ayuda al Desarrollo), por lo que exigió al Gobierno un incremento de dicha partida.

En 2017, estos mismos países recibieron 1 900 millones de dólares en fondos de emergencia de la comunidad internacional. El pasado mes los donantes se comprometieron a proporcionar 1 400 millones de dólares, pero solo 378 millones eran fondos nuevos, algo que Cortada calificó de «vergonzoso».

UCRANIA

A su juicio, esta situación es fruto del cambio climático (en concreto, de la peor sequía en 40 años), pero «se ha visto agravada por la guerra en Ucrania», que ha paralizado la producción y exportación de alimentos en dos países que «son el granero del mundo».

Rusia y Ucrania producen el 30% de todo el trigo que se consume en el planeta; el 20% del maíz; el 75% del aceite de girasol y, si atendemos a la distribución geográfica del comercio, solo el 90% del trigo que se consume en el Cuerno de África procede de estos dos países.

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Además, la guerra ha paralizado la producción de fertilizantes, abundó Conde, y un total de 53 países tiene limitaciones a la exportación de cereales y productos agrícolas.

El resultado, explicó, es un encarecimiento «sin precedentes de los alimentos (hasta un 34%)», que «repercute más en las familias y los países más pobres», puesto que en proporción, son los que mayor parte de su renta dedican a la compra de alimentos.

VOLUNTAD POLÍTICA

En opinión de Cortada, «la gente muere de hambre no porque en el mundo falte comida o dinero, sino por una absoluta falta de voluntad política». Destacó que los países ricos consiguieron movilizar «muy justificadamente» más de 16.000 millones de dólares en un mes «para responder a la terrible crisis en Ucrania», lo cual demuestra que la comunidad internacional sí puede conseguir los recursos necesarios para evitar el sufrimiento humano, pero solo si así lo desea».

Por otro lado, Cortada quiso llamar la atención sobre la situación del Sahel, que junto al Golfo de Bengala y el propio cuerno de África, «es una de las zonas más afectadas por el hambre y el cambio climático».

En este sentido, instó a los países ricos, «que son los responsables de la mayoría de las emisiones y del cambio climático», a aumentar las partidas de ayuda al desarrollo y a condonar la deuda de estos estados, los principales perjudicados.

Por último, reclamó «un cambio de enfoque en la cooperación internacional, para pasar de «una respuesta reactiva a las crisis» a una actuación «pproactiva en gestión de riesgos».

La solución, a juicio de Cortada y Conde, pasa por una nueva estrategia donde los gobiernos nacionales mejoren sus programas de alerta (también sus políticas de protección social) y los donantes inviertan no solo en respuesta de emergencia, como la provisión de alimento terapéutico, sino también en prevención del cambio climático, mediante nuevos cultivos y técnicas agrícolas, por ejemplo.